El primero, el piojo verde.
Me decía el padre de una amiguita de mi época de estudiante que yo era más raro que un piojo verde. La chica -y su familia- eran de Ceuta, por lo que yo automáticamente relacioné la posible existencia del susodicho piojo estrafalario al hecho de que quizás fuese una plaga típica de Marruecos o algo así, ya que el padre de mi amiga -gentil hombre- nunca supo decirme ni de donde venía el dicho, ni si existía el bicho.

Hasta que hace unos días encontré una curiosa teoría sobre el porqué del color verde aplicado al piojo y, por ende, a la aparición del dicho. Al parecer todo proviene de una extraña enfermedad muy grave, que se dio en España a comienzo de los años cuarenta del pasado siglo y que producía fiebre alta y un estado de semiinconsciencia. Dijeron que era tifus exantemático, que se transmitía por los piojos, que no tenía tratamiento y que producía mucha mortalidad, y sobre todo que se podía extender al resto de la población, porque muerto el enfermo, el piojo emigraba al primer ser humano que encontraba, contagiándole el tifus. Contado así puede parecer una pandemia incluso más grave que pillar hoy la del cerdo, ya que es más difícil que te estornude un marrano a que se mude un piojo a tu cabeza. Pero lo más curioso de toda la argumentación es cómo el autor del artículo, publicado en la edición digital de El Norte de Castilla, vincula el dicho popular con la famosa copla de Rafael de León Ojos verdes. Aquí dejo el enlace, para quien le interese.
http://www.nortecastilla.es/prensa/20061126/palencia/piojo-verde_20061126.html