Ahora la Maga no estaba en mi camino
…
Sé que un día llegué a París, sé que estuve un tiempo viviendo de prestado, haciendo lo que otros hacen y viendo lo que otros ven.
Julio Cortázar, Rayuela, cap. 1
Ayer leí,
en el periódico de los sin techo,
que todas las iglesias de nuestra ciudad
van a ser convertidas en viviendas
para nosotros, decoradas
por nosotros, pintadas
por nosotros.
Ya tengo decidido el color de la mía:
será roja y azul, y verde claro
como los ojos de Emmanuèle,
roja como sus labios sucios
de carmín, como el vino también,
rojo granate, azul como su pelo
la casa entera, las paredes,
el olor de su pelo en cada hueco de la casa,
y tendremos espacio para todo,
las latas de sardinas,
los periódicos viejos,
los cartones de tinto,
los Ducados.
Regresa
pronto, Emmanuèle,
nos queda algo de tiempo
y mucho que vivir
en nuestra nueva casa,
nuestra primera casa,
nuestro hogar para siempre
si acaso esos señores no se vuelven atrás,
deciden lo contrario
y yo no vuelvo a verte,
pues me temo…