Amor, amor, amor, amor, amor,
por más que te lo diga y no me canse,
por más que te lo pida sin decirtelo,
por más que te suplique
que vuelvas a mirarme
con ojos limpios, con mirada clara,
con otro corazón amanecido y tuyo,
sin otra soledad que la del nombre,
sin dudas ni rencores,
con la fe de un abrazo
sin odios enemigos, más me ignoras.
Recuerda amor, amor, amor, amor,
que te he dado la vida
con la risa de un niño,
que compartimos juntos
la voz de los poetas,
el corazón de un árbol,
la inmensidad del mar en el otoño,
el dolor y la muerte
y la inquietud de un llanto a medianoche.
Y ten presente amor, amor, amor,
que daría mi vida por tí, amor,
amor, que renuncié a mi libertad
y a cierta vida alegre de bohemio
tan sólo por crear contigo
nuestro modesto reino de ilusiones,
el hombre del invierno,
la bella señorita primavera,
la luz de los veranos,
los otoños cumplidos,
la desolada casa que abandonas.
Y recuerda por siempre
que te quiero sin límites, amor.
Amor, amor, amor, amor, amor.