En un encuentro
A Manolo y Pepe, que llegan desde la infancia
Amigos, perdonadme de antemano
este abusar de vuestro justo juicio
pero temo caer en precipicio
y quiero oír vuestro saber humano.
Los tres juntos hacemos un hermano,
rey de las tetas, sargento Acaricio
y un rimador con ya cierto artificio
que sus penas os canta en el rellano
de su casa enlutada. ¿Acaso puede
un hombre desgarrado recibir
con albricias , con vítores, con palmas,
enmascarando su tristeza adrede
tras ver su corazón partir, partir,
partir como una barca en olas calmas?