¡A los remos!¡Rememos todos!¡Reme
usted, remen ustedes!¡Sin remedio!
Es la única manera ¡Reme, al leme!
¡Venzamos de los truenos el asedio!
Contracorriente van los que no luchan,
quienes no aman y en vida se enarbolan
contra las propias balas que encartuchan
y guardan nada más porque tremolan.
Tremolan con las cosas más triviales
y olvidan lo sencillo de lo humano:
que lata un corazón, hablarle al viento,
reírse de las sombras capitales,
reírse sin remedio, remo en mano
y bogando hasta el último momento.