En el discurso de Marcela la pastora se defiende de las acusaciones de Ambrosio quien la hace responsable de la muerte de Crisóstomo, enamorado de ella hasta la locura de llegar al suicidio. Marcela está luchando por la libertad de decidir, por poder elegir su propio destino. Estando más o menos de acuerdo con su punto de vista sobre la hermosura, es encomiable y tiene un alto valor testimonial que Marcela -un personaje alejado de la mujer real de la época- se erija como representante de los derechos de la mujer, ejemplo de que en muchos de sus pensamientos era Cervantes más progresista que la mayoría de nuestro actual circo político. Es muy sorprendente, interesante y raro ver esta defensa a ultranza de la libertad de la mujer en obras de una época en la que la mujer estaba sometida, primero a su padre y, después, a su marido, elegido casi siempre sin su consentimiento y acorde con las exigencias de la religión católica, una mujer callada y encerrada en la casa.
Es justo que se precien de callar todas, así ellas a las que les conviene encubri su poco saber, como aquellas que pueden sin vergüenza descubrir lo que saben; porque en todas es, no solo condición agradable, sino virtud debida, el silencio y hablar poco …Porque, así como la naturaleza … hizo a las mujeres para que encerradas guardasen la casa, así las obliga a que cerrasen la boca.
Fray Luis de León
Y ese es uno de los méritos de Cervantes al escribir la primera novela moderna: reflejar en pasajes como éste ideas liberales e innovadoras que eran contrarias a la doctrina cristiana de la época.
A lo largo de todo el texto encontramos muchos argumentos con los que Marcela defiende su libertad. En uno de ellos la pastora afirma que “no todas las hermosuras enamoran, que algunas alegran la vista y no rinden la voluntad; que si todas las bellezas enamorasen y rindiesen, sería un andar las voluntades confusas y descaminadas sin saber en cuál habían de parar”, es decir, Cervantes nos sugiere a través de esta hipótesis las consecuencias que sufriríamos si todo el mundo tuviera la libertad de tomar decisiones sin pensar más que en uno mismo. En otro fragmento -que a mi me gusta especialmente- dice Marcela “pues si la honestidad es una de las virtudes que al cuerpo y alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de perder la que es amada por hermosa, por corresponder a la intención de aquél que por solo su gusto con todas sus fuerzas e industrias procura que la pierda? Yo nací libre…”. Esta reflexión refiere y sirve como plataforma para introducir una cuestión fundamental para los seres humanos, ¿por qué la mujer tiene que sacrificar quién es y lo que representa como persona para que el hombre gane en todo, quiera siempre imponer su razón y su voluntad y vaya comiéndose poco a poco todo lo que ella sueña y es, dejándola vacía por dentro? Si Marcela se sacrificara para atender la voluntad o el deseo de un hombre perdería toda su hermosura como ser humano, y también perdería su individualidad. Eso no es amor, eso no es una vida plena. La pastora tiene bien clara la diferencia entre la hermosura y el amor. El amor no es la consecuencia de la hermosura, ni ser hermosa obliga a amor: Marcela demuestra su inocencia respecto al suicidio de Crisóstomo porque ella no es la responsable tan solo por el hecho de que éste estuviera confundido y no supiera ver la diferencia entre el amor y el deseo, ni quisiese respetar el deseo de Marcela de morir contemplando la hermosura del cielo después de una vida plena y honesta.
Marcela cierra su discurso con una conclusión final; quiere mantener y disfrutar de la plenitud de la vida de manera honesta, es decir, eso es para Marcela la hermosura de la vida, tener libre condición sin ser sometida y poder de esa manera vivir su vida acorde con sus deseos personales. A ella no le importa si tendrá que llevar una existencia sencilla, ya que ésta será completa al poder disfrutar de su libertad: “La conversación honesta de las zagalas destas aldeas…tienen mis deseos por término estas montañas…contemplar la hermosura del cielo”. Marcela no necesita más que la vida libre y honesta, ese es el alimento para su yo interior.
Cervantes sabe que si la libertad es lo más hermoso y apreciado de la vida, que si es la hermosura de la vida lo es en tanto uno la viva honestamente. Ocurre lo mismo con el amor; si es un amor honesto, es un amor real, y lleno, y hermoso. Es decir, con el verdadero amor hay un vínculo inseparable: cuando falta uno de los dos elementos no se puede vivir completamente feliz. La vida libre y honesta no es otra cosa que la libertad sin precio y el amor dado voluntariamente.
La libertad “es uno de los más preciosos dones” , “por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida…”, es decir, tómate la libertad de explorar la vida con tu propia voluntariedad. O decir “coge el toro por los cuernos” porque es tu vida y tú eliges y decides lo que quieres. Cervantes tenía sobrados argumentos para decir esto, porque “el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”. Hay muchísimos ejemplos en la historia reciente, como la esclavitud en los Estados Unidos, los judíos exterminados por los nazís, el secuestro de los palestinos por los judíos, la opresión al pueblo saharaui o los mini campos de concentración que estamos creando en nuestra Europa libre y solidaria para “recibir” al drama humano de los refugiados, aquellos que tienen que huir de sus propias tierras porque no les permiten vivir en libertad.
O el sinsentido de no querer permitir que la ciudadanía catalana tenga la libertad de poder decidir mediante el único parecido a la democracia directa que nuestra constitución recoge: el referéndum. Sin la oportunidad y la libertad de vivir tu propia vida, ¿qué queda?. Es un derecho humano, sin limitaciones. Lo que tiene sentido es que todos debemos tener el derecho a elegir. Como queramos.