SER Y ESTAR
Un ser vivo pertenece a una categoría tan amplia que obvia todo comentario. Ahora bien, ser «vivo» es otra cosa. Las diferencias entre ser y estar ya las explicaba magníficamente Mario Benedetti en un poema titulado de ese modo «Ser y estar«. Está dirigido al pueblo norteamericano y es una mordaz crítica a su sociedad, achacando todos los males de los yanquis a que sólo pueden decir «to be». Yo uso a menudo ese poema en mis clases de español para extranjeros, cuando en niveles avanzados se repasan usos de ser y estar y cambios de significado de los adjetivos según los acompañe uno u otro verbo. Las reacciones de los distintos grupos ante la tarea de comprender y ordenar este poema de Benedetti se podrían resumir en tres posturas:
- La de los grupos mixtos (por ejemplo, estudiantes Erasmus). Se regocijan con el poema, festejan la crítica del poeta hacia el imperiarismo norteamericano, y por lo general, completan la tarea sin grandes dificultades.
- La de los grupos de países asiáticos. Tienen mayores dificultades al comienzo de la tarea, lo que conlleva más tiempo de preparación por parte de los estudiantes antes de ordenar el texto aunque, una vez completado el ejercicio y comprendido el poema, su interés se centra más en las circunstancias histórico-políticas del mismo que en la ridiculización de algunos de los estereotipos estadounidenses.
- Los estudiantes norteamericanos. No les hace ni puta gracia el poema. Además, hay quien no se entera o no quiere enterarse de la historia (en minúscula y en mayúscula). A modo de ejemplo, el siguiente comentario: «I´ts about the difficult of spanish sutdents have to distinguish between ‘ser and estar'» (es sobre la dificultad que el estudiante de español tiene para distinguir ‘ser y estar’). Que no se enteran.
Pero como dice Benedetti, no es lo mismo ser bueno que estarlo, o ser listo que estar listo; además, estar listo presenta variantes de significado: estar preparado, estar hundido, destrozado, estar loco (listo de papeles). Ocurre parecido con estar vivo y serlo. No haría falta decir que estamos vivos todos los que no estemos muertos leyendo esto; en cambio «ser vivo» admite varias matizaciones. En primer lugar, si decimos que alguien es vivo/a podemos afirmar que tratamos de una persona despierta, lista, ingeniosa; pero también si hablamos de que «Mengano es demasiado vivo» podemos estar apuntando a sus maneras poco consideradas a la hora de expresarse o de actuar, alguien con demasiada audacia. Y si sustantivilizamos el adjetivo, añadiéndole un artículo indeterminado, la cosa cambia a despectiva: «Ese es un vivo», es decir, uno que sabe aprovecharse de las circunstancias para conseguir lo que desea.